16.2.10

Las Diez

El “hubiera” y las nubes pasando por la ventana lo dejaron agonizando, un viernes cualquiera por la mañana. Mientras la licuadora del vecino se atascaba con un pedazo de nopal intentando el licuado puntual de las diez, él imaginaba a su otro yo, el que tomó todas las decisiones correctas, caminando tranquilo, por alguna avenida de la gran ciudad.

K.

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