16.2.10

Iceland

Iceland is an old daydream
is the place where your arms go when you let them
the time is fare and the heart is true there
Iceland is a foreing country

Iceland is a republic
volcanically active, they say
If you walk the right path
you will see glaciers in the landscape

Iceland is an island country
kittiwakes nest on its sea cliffs
You are the hope of our day
the face of our favorite mirage

Iceland, my daydream old favorite place to go
they are saying that the wind is hard in your fields
and your land is tricky with strangers
Dear, they are saying you kill whales

I heard the news today
Iceland is a message wrote in an ancient language
Iceland is no longer perfect
Iceland is bankrupt…. my love.

K.

Sylvia came to visit


THE FEARFUL


This man makes a pseudonym
And crawls behind it like a worm.
This woman on the telephone
Says she is a man, not a woman.
The mask increases, eats the worm,
Stripes for mouth and eyes and nose,
The voice of the woman hollows—-
More and more like a dead one,
Worms in the glottal stops.
She hates
The thought of a baby—-
Stealer of cells, stealer of beauty—-
She would rather be dead than fat,
Dead and perfect, like Nefertit,
Hearing the fierce mask magnify
The silver limbo of each eye
Where the child can never swim,
Where there is only him and him.
-Sylvia Plath-

Penumbra

Ella cerró la puerta con absoluta discreción. Tan lento caminaba, que flotaba. Llegó al sillón y respiró profundo durante algunos segundos. Apagó la única luz que quedaba prendida en la casa. Y pensó:
¿Será que esto es realmente mi vida?
Y el sueño la venció.

K.

Las Diez

El “hubiera” y las nubes pasando por la ventana lo dejaron agonizando, un viernes cualquiera por la mañana. Mientras la licuadora del vecino se atascaba con un pedazo de nopal intentando el licuado puntual de las diez, él imaginaba a su otro yo, el que tomó todas las decisiones correctas, caminando tranquilo, por alguna avenida de la gran ciudad.

K.

Los Expedicionarios

"Que en otras épocas los expedicionarios no sólo recibían respuesta a las cartas que enviaban, sino que eran objeto de un tratamiento que nuestros lamentables tiempos pálidos y raquíticos ya no son capaces de proporcionar.”
Fragmento
LOS AUTONAUTAS DE LA COSMOPISTA, de Julio Cortazar y Carol Dunlop.

El Horror

Me preocupan las larvas que crecen en los rincones de mi casa. A veces pasan los días y logro olvidarme de ellas. Todo parece tan limpio y ordenado, cada cosa en su lugar. Pero justo existe el momento en el que de un vistazo lo descubro, un hoyito en la pared, un recoveco del que salen sonidos indescifrables. Y entonces lo sé, ellas existen.

Ahí, entremedio de las estructuras.
Crecen, nacen, copulan.

Entonces, no pienso en nada más. Las noches son largas y el horror profundo. Ha pasado que me encuentro a alguna de frente, en el filo de un estante, confundida entre lo cotidiano. Siento como me mira con sus ojos de juicio, vacíos e infinitos. Y lo entiendo todo. Nuestro fin será así. 


Un día ellas terminarán de crecer, devorarán nuestras paredes, y nos sorprenderán la mañana de un domingo, frente al televisor y en pijama.

K.

Berlín

Apenas leyó la palabra BERLÍN y el aire comenzó a faltarle. Quiso distraerse contando el número de personas que había frente a él, diez. Leyó todos los letreros en las paredes, los folletos recargados sobre los estantes… pero nada podía salvarlo.
Justo debajo de la rejilla del aire frío, con el número de papel en su mano, todas las palabras significaban lo mismo:
Ahogado en deberes, vacío en posibilidades.
K.

Las ventanas encendidas

Desde su asiento del camión las observa, una a una, las ventanas encendidas en los edificios. En algunas se ve la televisión, los rostros familiares se recortan sobre el azul y el rojo que pintan las cortinas. Ella se guarda los relámpagos de sus vidas.
K.

Single Cell

El momento es cualquiera. Puede estar frente a la computadora, puede estar comiendo algo de lo que ni siquiera ha sentido el sabor, pueden ser las ocho de la noche y que los niños de la ciudad sigan despiertos.
El momento es cualquiera y ella lo reconoce enseguida. Los pies descalzos tocan el piso, fríos, son asaltados. De ahí sube hasta su garganta y se estaciona en su estómago, la vuelve inmóvil, sometida aunque sonría, aunque hable para más de uno, aunque vea, escuche y camine, aunque sea tan malditamente buena en fingir que todo sigue igual.

Ella es una piedra y lo único que realmente puede pensar es cuánto tiempo durará esta vez.

K.

Pase de abordar

Tuve que dejar de respirar quince segundos para después sentir el golpe en los pulmones y comprobar, de nuevo, que esto no es un sueño.
Mientras esperaba sentada frente al gran ventanal de la puerta C21, me pareció ver a lo lejos a un payaso gigante que hacia malabares en el aire con las nubes esponjosas como fondo, pero después de unos minutos resultó ser una grúa muy grande y me sentí tan tonta, por confundir dos cosas que jamás deben confundirse.
Los aeropuertos me huelen a muerte, me saben a pérdida. Sus luces frías en los escaparates de comida, de libros, de letreros que especifican el nombre de lo obvio, me estallan en los ojos. Sus pisos de mármol, los gigantescos y grotescos ventanales, la horrible música de los altavoces. Todo se vuelve plástico, y a mi nunca me ha gustado lo perfectamente empaquetado, ni el sabor a refrigerador en la comida.
Los aeropuertos están llenos de personas que esperan, y en la espera fuman, comen, toman, caminan y se hacen tontos entre los pasillos y el nudo en el estómago. Los hombres haciendo señas a los aviones desde la pista, junto a las luces tintineantes y amarillas, siempre en cámara lenta siempre.
Y ahora, sala de espera… Ohio… welcome… caras aburridas con sonrisas comprometidas que no me sirven de nada. Tantas cosas pierden sentido aquí, tantos escaparates, espectaculares, sueteres, zapatos con rayas, búfalo wings, chocolates big size, la gente con miedo a tocarse y encontrarse en el metro, las revistas de la tienda con la vida inventada de gentes que muchas veces dudo que existan y respiren de verdad, este avión, NO SMOKING PLEASE, todo viene al revés, chaleco salvavidas, ese debería de haberte puesto alrededor antes de dejarte en noviembre. Ninguna cursilería que puedan decirme ahora puede hace que crea que algún día todo estará bien sin ti, porque esa idea, simplemente, igual que todo lo que la rodea, no tiene ningún sentido.
La muerte, para mí, tiene un lugar físico en este mundo para sentirse.
Un globo de helio en forma de corazón rojo vuela sin listón, irremediablemente, hasta la esquina del altísimo techo blanco, no alcanzo a leer lo que dice. ¡Ah si!, dice: I love you, con signos de admiración.
(marzo 2007)
K.