30.4.11

Hace 10 años

Lo único que puedo pensar es que yo no he vuelto a Álamos. Nunca desde ese viaje. Por eso Álamos para mi sigue siendo ese hotelito frente a la casa de María Félix, al que le acabamos todos los vinos y sus reservas, al cabo que podíamos apuntar. Ese restaurant extranjero en el que comimos una tarde, escondido en el camino de la carretera, con sus manteles blancos. Los 10 discos que cargaba la caja del estéreo de tu carro. Las obvias caminatas por el empedrado y la promesa de volver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario