Recuerdo que pusieron una hoja grande de papel revolución frente a mí, junto a las acuarelas. Debía dibujar algo para mi mamá, era el último día de preescolar.
Recuerdo el gran entusiasmo con el que comenzó a nacer en mi cabeza la idea del dibujo más hermoso que a mis 4 años de vida había imaginado. Emocionada tomé el pincel.
Cuando llegamos a casa yo seguía con el ceño fruncido y sin entender.
Sobre aquél papel había dos huellas, las de mis manos, una roja oscura y otra azul real. Nunca entendí qué había pasado con aquella bella imagen en mi cabeza, con aquel ocre y azul grisáceo.
Con el paisaje y todo el magenta que yo quería regalarle a mi madre.
K.
(Inspirado por "Ciudad pintada con té", de Venecia López.)
(Inspirado por "Ciudad pintada con té", de Venecia López.)
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